¡Vive alegre! es el lema institucional de este curso 2020-2021, un curso tan anómalo y tan excepcional en todo que aún no nos terminamos de creer que estemos viviendo lo que estamos viviendo. Y parece, además, que la cosa va para largo. Dicho lema, como bien sabemos, tiene en la alegría evangélica su centro y la impronta que deseamos dar a todo durante este curso: como decía el Padre Juan “vivir alegres” es el objetivo, pero claro, la realidad en la que estamos en este momento no invita demasiado a mucha alegría.
Pero la expresión es una exhortación: ¡Vive alegre! Vivir, un verbo que invita a la acción, pero también a la reflexión, al discernimiento, al repensar nuestros modos de ver, pensar y hacer las cosas. Un lema que requiere de cada uno de nosotros el compromiso de activar todos nuestros talentos y ponerlos en común para llevar adelante un proyecto que sólo es posible si es fruto del compartir vida y sueños desde la salvaguarda de todo cuanto somos y tenemos, creemos y creamos. Vivir alegres en esta situación requiere de nosotros todo un trabajo, personal y comunitario, de priorizar de otro modo, de poner lo esencial en el centro y de conjugar esa alegría en todas las circunstancias, también en estas en las que estamos inmersos.